miércoles, 13 de junio de 2018

TAXONOMÍA TROPICAL DE NUESTRAS COMUNIDADES CULTURALES O LA PAZ DE LA DIVERSIDAD



El perfeccionamiento lingüístico ha hecho justicia al término incompleto y utópico de “comunidad cultural”. Ante la búsqueda actual de términos incluyentes o plurales se llegó al consenso de no hablar más de la “comunidad cultural” sino de las “comunidades culturales”. Nada tan acertado en la vida pública de la cultura nacional como esta afortunada conclusión conceptual.

No existe una “comunidad cultural” sino diversas “comunidades culturales” que responden a distintos objetivos: artísticos, profesionales, laborales, ideológicos, políticos y personales.

En el afán por identificar a las comunidades culturales acapulqueñas y, con el propósito de entender mejor las formas de interrelación entre las mismas y con su entorno social y político, dejo aquí un primer ejercicio de bosquejo como propuesta para la taxonomía de las comunidades culturales acapulqueñas:

1) Los emblemáticos: es una comunidad cultural heterogénea conformada por personajes con reconocida trayectoria artística y cobertura mediática; conocidos y vinculados con los sectores políticos y de la iniciativa privada; acreedores a reconocimientos, becas o apoyos gubernamentales; fundadores de proyectos, programas o festivales. Aunque no existe una coincidencia total de pensamiento entre “los emblemáticos” e incluso hay diferencias públicas, cuando se piensa en “comunidad cultural acapulqueña” el imaginario social los coloca a ellos entre los personajes más representativos de la ciudad. “Los emblemáticos” es la comunidad cultural que ha influido en mayor medida en algunos periodos de gobierno, pues varios de sus miembros han colaborado en la función pública o muy cerca de las autoridades en turno. Es la comunidad que  regularmente convoca a la organización, pues ha encontrado en ello una forma de participar e incidir en ciertas decisiones públicas.

P.D. Quizá, yo me encuentre entre los miembros de esta comunidad. No estoy muy seguro.

2) Los urbanos: esta comunidad la conforman los integrantes de las tribus urbanas de Acapulco: b boys, grafiteros, mc´s, acróbatas, dj´s, entre otros. Quizá la comunidad más libre en su actuar y más romántica en su estilo de vida, pues aspira a la  plenitud a través del placer de hacer lo que aman sin importar una retribución formal, optando más bien por el gusto de ser gratificados por su trabajo en el área urbana del puerto y en eventos especiales a donde son invitados. Se organizan para realizar eventos, competencias o encuentros donde demuestran sus talentos y expresan su muy particular punto de vista sobre la sociedad. Muchas veces son patrocinados por gobiernos o candidatos sin, por ello, sentirse obligados a respaldar tal o cual propuesta partidista (¡y es bueno!). Hay quienes dentro de esta comunidad cultural han crecido y adquirido otras obligaciones, combinando así, trabajos formales con su estilo de vida urbano. No convocan a movimientos políticos, pero algunos de ellos acuden a ciertas convocatorias y participan siempre y cuando su libertad no sea restringida.

3) Los folcloristas: es la comunidad cultural conformada por coreógrafos, bailarines, músicos, danzantes y bailadores de folclore o expresiones artísticas tradicionales de México. Quizá la comunidad con más integrantes en la ciudad, pues la promoción del folclore ha encontrado en el sistema educativo un gran impulsor. Aunque con grandes carencias, se han esforzado en difundir su trabajo y heredar a las nuevas generaciones su pasión por la música y bailes tradicionales de nuestro país. Hubo también un periodo, cuando el puerto tenía un gran número de visitantes internacionales, que los ballets folclóricos protagonizaron la vida del show nocturno del puerto. Actualmente, menos requeridos para el show en discotecas o fiestas exclusivas, han concentrado sus esfuerzos en la difusión de su arte y en la profesionalización de sus formadores a través de centros de estudios técnicos y de licenciatura, donde cada  año egresan decenas de jóvenes que tendrán la tarea de dar continuidad al legado del arte tradicional y folclórico en Guerrero.

Algunos participan en actividades proselitistas. La mayoría lo hace  con toda claridad y definición, a favor de algún personaje que les ha respaldado o brindado apoyo para participar en festivales, giras o realizar eventos culturalmente valiosos como los fandangos. Una honestidad plausible.

4) Los bohemios: es una comunidad cultural entusiasta en la que participan trovadores, músicos y cantantes populares, así como declamadores o poetas vernáculos. Colaboran de manera decidida en los eventos socio-culturales de nuestra ciudad. Siempre muestran la mejor disposición a participar y apoyar con su talento. Parte de sus miembros se generan ingresos al brindar servicios artísticos en eventos sociales o restaurantes del puerto; otros, son profesionales que laboran en distintas áreas y asumen su actividad artística como la opción que les apasiona pero de la cual no obtienen grandes ganancias económicas. Sin duda, una comunidad muy cercana a la población que no va a las salas de teatro o de exposición, pero que sí asiste a centros de recreación a verlos cantar y, de forma espontanea, recitar poesía en verso. Entre los ciudadanos son tal vez lo más conocidos, por su sencillez, carisma y accesibilidad.

5) Los emergentes: es una comunidad cultural integrada por los artistas más jóvenes de la ciudad. Varios de ellos surgidos de las filas de lo que se denominó Estudios Municipales de Arte entre el 2013 y 2015, sin restar mérito a la formación previa o posterior a la que cada uno tuvo y ha tenido acceso. También se suman artistas jóvenes (menores a los 34 años de edad) que exploran el arte con viveza y compromiso, surgidos de talleres u otro tipo de actividad formativa. Organizan muestras, exposiciones, talleres  y actividades que los vinculan y les permiten dar a conocer sus proyectos artísticos. No les es indispensable el apoyo gubernamental, pues igual cumplen su objetivo con y sin apoyo de autoridades. Son voces que comunican más a través de su trabajo que de una vida personal pública. Se han mostrado críticos, disciplinados y propositivos. Representan un futuro prometedor para las artes en Acapulco.

6) Los emprendedores: es una comunidad cultural integrada por aquellos que “otros” etiquetan como comerciales. Sin embargo, su decisión de emprender proyectos que tienen como eje diversas expresiones artísticas o lúdicas ha comprobado que se pueden ofrecer servicios culturales de calidad con rentabilidad económica. Apuestan a la inversión y toman el riesgo que ello implica: pagar una renta y servicios, pagar impuestos, producir sin apoyos de gobierno y encontrar un público que se interese en su propuesta al punto de contribuir con una entrada o inscripción. La mayoría ha creado una PyME cultural, quizás sin la plena conciencia de ello, pero sí con toda la intención de que funcione como tal. Entre ellos se encuentran los directores y miembros  de: compañías de teatro comercial, compañías de baile popular, centros culturales independientes, academias de baile, agrupaciones musicales. Dedican más su tiempo y energía al diseño de estrategias para la generación de productos o servicios que les permitan ser autosustentables y generar utilidades para poder continuar con su proyecto.

7) Los académicos: es una comunidad con gran potencial crítico y metodológico para el análisis de la realidad actual del arte y la cultura en nuestra ciudad. Integrada por maestros universitarios, periodistas y algunos investigadores sociales. Sus observaciones, apuntes y opiniones suelen ser tomados en cuenta por autoridades de gobierno y artistas. Mantienen regularmente una posición política neutral pero desde un perfil crítico.

Es seguro que en este primer ejercicio taxonómico haya quienes encuentren fallas u omisiones. Se irá enriqueciendo con el paso del tiempo y las aportaciones de quienes se interesen en el tema. Lo cierto es que el término de “comunidades culturales” toma relevancia si miramos atentamente y sin prejuicios fundados en el ego o el elitismo histórico.

En las últimas semanas (y las que restan del proceso electoral), hemos visto y veremos a varias de nuestras “comunidades culturales” muy activas, participativas y propositivas en torno a candidatos, movimientos y proyectos políticos (¡qué bueno!). Y es que todos los sectores sociales frente a un cambio de gobierno se encuentran ante la posibilidad de estar cerca de un buen resultado para sus futuros.

Celebro el buen ánimo y las acciones de participación ciudadana del gremio artístico para tratar de incidir en un mejor desarrollo cultural de Acapulco. Respeto el esfuerzo de todos y cada uno (los que ya se reunieron por separado con el candidato de su predilección o los que han decidido reunirse con todos). Sin duda, mientras más se participa más se dignifica. Ojalá se participe con la conciencia de que siempre hay otros, con otras ideas, con otros objetivos y con otras empatías (tenemos todo el derecho a organizarnos pero hay que hacerlo sin enjuiciar al que se organiza con otros y sin nosotros). Ojalá se participe sin tratar de erigirse como una comunidad homogénea y hegemónica.  Ojalá que los esfuerzos se encaminen a la construcción de puentes efectivos de comunicación con todos los candidatos o equipos de campaña y que no se dirijan únicamente a la consecución de objetivos personales (que son válidos, pero también requieren ser claros). Ojalá que las voces sean escuchadas, así se logran entornos de mayor armonía y así se gestan condiciones más justas de participación. Confío en la capacidad reflexiva de mis compañeros artistas y aprecio nuestra lucha en favor de la diversidad de pensamiento, acción y decisión.

La belleza de la lucha está en su diversidad orgánica.

Gabo Brito (2018)


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