
Gatos por liebres
(asesores de literatura del IGC)
La tolerancia bien entendida jamás nos subordina a nada. La intolerancia sí, somete y reprime a quien la padece. Además, enferma a quien se deja manipular por los intolerantes. En los dos casos, suena contradictorio, nadie está obligado nada. Estar o no de acuerdo con los asesores que pone el IGC a los que ganan el Estímulo a la Creación Artística que otorga el Fondo Nacional para la Cultura y la Artes (CONACULTA) y el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes (FOECA), a través del Instituto Guerrerense de la Cultura (IGC) ¿puede ser o no, un acto de apatía o de interés? No lo sé. Es loable que se asesoren de artistas locales, pero como institución tienen que ser incluyentes y no dejarse arrastrar por tapujos o prejuicios con algunos creadores sólo porque éstos no congenian o no están conformes con la manera de llevar acabo sus funciones. Uno de los problemas graves que atraviesa el arte en Guerrero es la falta de formación de los artistas. No con esto contradigo la disyuntiva de que el artista nato deba de ser formado. Es cierto, el genio no precisa de escuela, pero los que somos producto del rigor necesitamos por lo menos desaprender.
Es interesante que los asesores nos compartan sus vivencias que adquirieron a través de los años, pero no sólo se requiere eso, pedagógicamente hablando aprendemos primeramente por imitación y más o menos el buen maestro nos conduce a construir por nosotros mismos el conocimiento, o sea, se requiere de alguien que nos guie con su ejemplo y no por la edad o los años que lleva creando; se requiere de talento, experiencia sobre la materia y de buen manejo del oficio para cumplir con los mínimos parámetros de la didáctica. Estoy convencido que en Guerrero hay capacidad, si es que queremos recurrir a escritores nacidos en Guerrero o radicando en el estado (sabemos quienes). Ahora si estos no pueden, necesariamente se tiene que acudir a escritores foráneos, claro, si hay intensiones serias de formar ¿o se trata sólo de sacar el compromiso?
Ahora resulta que cualquier escritorcillo(a) de pacotilla puede asesorar. Es cierto hay tantos maestros pésimos enseñando y nadie los condena por esto, pero bueno, que le vayan a vender viandas a otro. Según el convenio del FOECA, al menos del 2006, en su tercera declaración establece …que habrá una Comisión Técnica, integrada por un jurado calificado, siendo éstos personalidades de reconocido prestigio en el campo de la cultura y las artes, ¿quiénes son esas personalidades en literatura y quién los ha reconocido? Seguramente en su casa les entregaron el premio nacional a la tolerancia.
No se echa de menos el recurso que se otorga a los artistas porque realmente sirve de estímulo, pero es ridículo que el IGC se tome atributos que no le corresponden con quienes lo obtienen. Es atractivo el incentivo económico y se agradece la facultad que han tenido para volver a echar andar el programa, pero no se puede jugar con la necesidad y los intereses de quienes lo ganan o de quienes desean ganarlo. A propósito de la pertinencia del sistema de becas y de sus posibles consecuencias de "manipulación política", señala Carlos Monsiváis: “no creo que las becas controlen la inteligencia. Quien se sienta obligado a loar al gobierno que lo beneficia, ni entiende la diferencia entre el Estado y el gobierno…La inteligencia que se deja controlar por becas, de antemano no vale la pena”.
Basta con ver el tan desnutrido presupuesto oficial que se le otorga al IGC, sin la más mínima protesta de por medio, para entender su lamentable estado de postración al gobierno. No hay dudas sobre la cadena de dádivas burocráticas Estado-IGC. Eso es lamentable porque el Instituto repite las mismas políticas hacía los creadores, buscando que éstos estén eternamente agradecidos.
A través del tiempo han desfilado algunos personajes que hicieron historia, no por sus brillantes cualidades o por su sabiduría socrática ni por su sensibilidad papal, sino porque se supieron asesorar y eso les dio el crédito histórico. No hace falta desparramar tanta lucidez para saber esto y hacerlo práctico, pero sí se solicita mucha arrogancia, descaro y pobreza de ideas para hacer todo lo contario. Muchas veces se tienen las intenciones, sólo que nos asesoramos de gente frustrada que en vísperas de no lograr sus propios proyectos pierden la humildad y toman una postura de genio barato.
Si el IGC no se ocupa de poner asesores que cumplan con las exigencias de los creadores que realmente quieren ser bien asesorados, el desarrollo literario, al menos colectivo será lento y frívolo. No se puede seguir engañando con la típica idea ramplona endiosando a los mediocres, no pueden continuar asesorándose de escritores con aires de grandeza, sólo porque son allegados al instituto y no objetan para nada ni por nada, o porque son personas mayores y al menos los conocen en su cuadra, o porque tienen algunos libros en sus haberes, aunque nada de eso sirva.
El problema es, que, si su agudeza artística o su afinidad creativa no les da para más, seguiremos como hasta ahora. Al menos si superaran sus prejuicios, sabrían que su mundo de posibilidades no es tan reducido ni tan pobre, y si no, sigan menoscabando al IGC, de todas maneras el arte no es lo suyo, y vengan los gatos por liebres.
(asesores de literatura del IGC)
La tolerancia bien entendida jamás nos subordina a nada. La intolerancia sí, somete y reprime a quien la padece. Además, enferma a quien se deja manipular por los intolerantes. En los dos casos, suena contradictorio, nadie está obligado nada. Estar o no de acuerdo con los asesores que pone el IGC a los que ganan el Estímulo a la Creación Artística que otorga el Fondo Nacional para la Cultura y la Artes (CONACULTA) y el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes (FOECA), a través del Instituto Guerrerense de la Cultura (IGC) ¿puede ser o no, un acto de apatía o de interés? No lo sé. Es loable que se asesoren de artistas locales, pero como institución tienen que ser incluyentes y no dejarse arrastrar por tapujos o prejuicios con algunos creadores sólo porque éstos no congenian o no están conformes con la manera de llevar acabo sus funciones. Uno de los problemas graves que atraviesa el arte en Guerrero es la falta de formación de los artistas. No con esto contradigo la disyuntiva de que el artista nato deba de ser formado. Es cierto, el genio no precisa de escuela, pero los que somos producto del rigor necesitamos por lo menos desaprender.
Es interesante que los asesores nos compartan sus vivencias que adquirieron a través de los años, pero no sólo se requiere eso, pedagógicamente hablando aprendemos primeramente por imitación y más o menos el buen maestro nos conduce a construir por nosotros mismos el conocimiento, o sea, se requiere de alguien que nos guie con su ejemplo y no por la edad o los años que lleva creando; se requiere de talento, experiencia sobre la materia y de buen manejo del oficio para cumplir con los mínimos parámetros de la didáctica. Estoy convencido que en Guerrero hay capacidad, si es que queremos recurrir a escritores nacidos en Guerrero o radicando en el estado (sabemos quienes). Ahora si estos no pueden, necesariamente se tiene que acudir a escritores foráneos, claro, si hay intensiones serias de formar ¿o se trata sólo de sacar el compromiso?
Ahora resulta que cualquier escritorcillo(a) de pacotilla puede asesorar. Es cierto hay tantos maestros pésimos enseñando y nadie los condena por esto, pero bueno, que le vayan a vender viandas a otro. Según el convenio del FOECA, al menos del 2006, en su tercera declaración establece …que habrá una Comisión Técnica, integrada por un jurado calificado, siendo éstos personalidades de reconocido prestigio en el campo de la cultura y las artes, ¿quiénes son esas personalidades en literatura y quién los ha reconocido? Seguramente en su casa les entregaron el premio nacional a la tolerancia.
No se echa de menos el recurso que se otorga a los artistas porque realmente sirve de estímulo, pero es ridículo que el IGC se tome atributos que no le corresponden con quienes lo obtienen. Es atractivo el incentivo económico y se agradece la facultad que han tenido para volver a echar andar el programa, pero no se puede jugar con la necesidad y los intereses de quienes lo ganan o de quienes desean ganarlo. A propósito de la pertinencia del sistema de becas y de sus posibles consecuencias de "manipulación política", señala Carlos Monsiváis: “no creo que las becas controlen la inteligencia. Quien se sienta obligado a loar al gobierno que lo beneficia, ni entiende la diferencia entre el Estado y el gobierno…La inteligencia que se deja controlar por becas, de antemano no vale la pena”.
Basta con ver el tan desnutrido presupuesto oficial que se le otorga al IGC, sin la más mínima protesta de por medio, para entender su lamentable estado de postración al gobierno. No hay dudas sobre la cadena de dádivas burocráticas Estado-IGC. Eso es lamentable porque el Instituto repite las mismas políticas hacía los creadores, buscando que éstos estén eternamente agradecidos.
A través del tiempo han desfilado algunos personajes que hicieron historia, no por sus brillantes cualidades o por su sabiduría socrática ni por su sensibilidad papal, sino porque se supieron asesorar y eso les dio el crédito histórico. No hace falta desparramar tanta lucidez para saber esto y hacerlo práctico, pero sí se solicita mucha arrogancia, descaro y pobreza de ideas para hacer todo lo contario. Muchas veces se tienen las intenciones, sólo que nos asesoramos de gente frustrada que en vísperas de no lograr sus propios proyectos pierden la humildad y toman una postura de genio barato.
Si el IGC no se ocupa de poner asesores que cumplan con las exigencias de los creadores que realmente quieren ser bien asesorados, el desarrollo literario, al menos colectivo será lento y frívolo. No se puede seguir engañando con la típica idea ramplona endiosando a los mediocres, no pueden continuar asesorándose de escritores con aires de grandeza, sólo porque son allegados al instituto y no objetan para nada ni por nada, o porque son personas mayores y al menos los conocen en su cuadra, o porque tienen algunos libros en sus haberes, aunque nada de eso sirva.
El problema es, que, si su agudeza artística o su afinidad creativa no les da para más, seguiremos como hasta ahora. Al menos si superaran sus prejuicios, sabrían que su mundo de posibilidades no es tan reducido ni tan pobre, y si no, sigan menoscabando al IGC, de todas maneras el arte no es lo suyo, y vengan los gatos por liebres.
Antonio Salinas, poeta.
Imagen: Herrin massacre, de Paul Cadmus.
http://www.aaronsgayinfo.com/ClassicArt/cadmus3.html