domingo, 27 de mayo de 2007

Un Respiro al SeXo

Entrevista con la actriz y cantante Regina Orozco.

“La soñé, se los juro...”
La soñé, antes de buscarla y encontrarla, la soñé. En el sueño me perdí mirando sus pestañas y escuchando su efusiva risa, dejé de preguntar y me dediqué a observarla, a explorar sus gestos inigualables.
La primera vez que concertamos una cita, el bolsillo de docente bachiller me traicionó y cancelé el encuentro. La segunda vez contaba con el pago vacacional de pascua y, sin pensarlo mucho, me aventuré en Estrella de Oro al D.F.
Como de costumbre, me perdí en el Distrito por poco más de media hora, antes de encontrar su estudio de grabación en Jardines del Pedregal. La experiencia de sentarme frente a ella y conversar ha sido un cúmulo de sorpresas entrañables, un manojo de inesperados comentarios y lúdicas confesiones que muestran a una Regina Orozco sin tabúes temáticos, ni limitantes de pose. ¡Una fiesta constante en cada palabra suya!, porque hablar de erotismo -dice la Regis- “Siempre será cachondo”.


● Playboy, Fellini y un hiper-gay
- “Como a los nueve años vi Casanova de Fellini..., o diez., diez años. La vi en..., no me acuerdo si fui al cine a una muestra. Yo tenía como diez años. Yo no sé cómo me dejaron entrar. Igual porque era como grandota, y entonces no había tanto cuidado porque te dejaran entrar”.
Regina sonríe. Hace un gesto de asombro antes de continuar. Prosigue.
- “Y... y entonces cuando la vi, se me movió todo el cuerpo, así –ella mueve con energía sus manos-, empecé a arder. Porque imagínate, toda la película es de un erotismo tal y de una sensualidad. Y sí, de plano, yo estaba ya... explotando. Véanla, se las recomiendo para que vean. Y pues bueno, eso fue artístico, pero también tuve cercanía con revistas pornográficas –la mujer ríe-, por ejemplo mi papá compraba Playboy o cosas así y yo se las caché en su baño. Yo tenía como ocho años y me encantaba hojearlas. Bueno, dice mi papá que son fotografías artísticas –ella ríe con un guiño de complicidad y continúa hablando sin dejar de reír-. Siiiii, la mang... las nalgas”.
Comprendí entonces que todo podía pasar durante la entrevista; que Regina, por fortuna, no se censura y no la abrigan los prejuicios. Reí espontáneamente al escuchar la primera respuesta de la cantante de Tlacoyo con co-k lait, mientras que mi guía de entrevista se tambaleaba ante su franqueza.
Regina no ha puesto un límite entre lo erótico y lo pornográfico pues dice que “a la mera hora es lo mismo pero según artístico, entonces mira, yo ya no tengo idea de donde termina una y acaba la otra, porque de todas maneras es el cuerpo humano y ver sexo es muy atractivo”, eso lo comenta muy sonriente después de afirmar que “hay cosas bien vulgarzotas, pero muy divertidas. Yo no puedo decir que sean eróticas las revistas ponedoras, o estas que son una cantidad de albures, o como en el disco de la Megabizcocho, la primera canción que se titula Ella es Lupita Queta Malón”.
La invito a recordar el CUT, a platicarme algunas experiencias de su contacto con el arte erótico en su etapa estudiantil. Ella piensa con seriedad en la respuesta. Lo impredecible de sus gestos la hace ser tan sorpresiva. Modera su tono y volumen de voz para retomar la pregunta sugiriendo una respuesta muy seria.

- Mira, recuerdo que en Bellas Artes, en el –da un vuelco hacia la ironía- Curso de Adolescentes del Instituto Nacional de Bellas Artes, -retomando su actitud sutil continúa- estaba David Olguín, que es escritor; estaba Gonzalo Valdez Medellín, que es crítico y estaba Adriana Olivera, “la pájara” y... todos éramos unos chamacos de trece o catorce años. Me acuerdo que el maestro dijo “a ver, ahora pónganse un paliacate en los ojos, véndense los ojos”, y dices ¡ay¡, ¡órale¡. Entonces apagó la luz y “ahora sientan sus cuerpos”. Yo me acuerdo que uno de los compañeros se la pasó toqueteándome y yo me empecé a doblar de la risa y de plano me fui a la esquina y dije “¡y este cabrón!, ¿por qué me está toqueteando?, ¿qué se cree?”, porque una cosa es sentir y... ay, nunca me gustaron esos ejercicios. Decía ¡uta!. Y sí, ok, decían sensibilízate pero pues... sensibilízate con alguien así, cachondón, que te guste –de pronto ríe y me hace gestos y mueve las manos y yo también río-. Ay sí pero...
Desde el estudio de grabación nos callan porque el volumen de nuestras risas ha subido demasiado. Regina me hace señas de que bajemos el volumen.
- ¡Ay!, sí. A mí me han callado como ochenta veces. Y es que haya adentro –refiriéndose a la sala- hace calor y a parte acá afuera hay agua –el sitio cuenta con piscina techada- para que te acuerdes de tu... de tu puertito. Y luego este... ay, es que me acuerdo ¿sabes de qué?
Que el chavo que me tocaba, después resultó que era hiper-gay –reímos nuevamente pero con mesura-, y entonces, ¿para qué quería andar tocando chichi? Y sí claro, todos se meten en el ejercicio y ¡ay!, ¡ay!, ¡ay!

Mis nalgas -en secreto-
Intento continuar con el tema del teatro. Ese tema me apasiona, pues me dedico a ello. Supongo que el teatro tiene el privilegio de la presencia del cuerpo, de la carne, y lo comento con Regina. Pregunto si ella encuentra alguna conexión de tipo erótica entre el espectador de teatro y los actores. Entonces, me sorprende la inmediatez y lo directo de su respuesta.
- Yo no creo que sea erótico, si no más bien energético y emocional, cuando transmites lo que tienes que transmitir, si es que lo puedes hacer en ese momento. Erótico pues... a menos que esté un bomboncito ahí en escena. O que vayas a ver a Robbie Williams, pero yo creo que lo que provoca el erotismo es la imagen que él proyecta, o... bueno, a mi no me gusta él mucho, pero a muchas comadres les encanta. O supongamos Freddie Mercury, lo que proyecta es de una sensualidad brutal, pero eso también es como la idea de lo que el espectador se está dando del actor. En mi caso pues... hay veces que si me he sentido muy sensual, muy erótica, pero no todo el tiempo, es por el momento o por la situación que esté viviendo arriba del escenario, no siempre.
Su comentario me llevó a recordar la noche cuando vi a Regina por primera vez en un concierto en vivo. Fue en Semana Santa del 2005 durante el extinto Festival sobre la arena, en Acapulco. Recuerdo que aquella noche el público respiraba hondo, suspiraba, reía a carcajadas, gritaba -¡eres una reina!, le decía la Valdeolivar-. Regina abrió su concierto con Amor de mis amores, de Agustín Lara. Fue un hecho artístico que me erotizó, que me colmó de vitalidad. Ya en la apoteosis de mi recuerdo, materialicé mis imágenes con palabras. En el más solemne tono que pude, pregunté ¿cómo logra Regina Orozco erotizar a su público, durante un concierto? Ella sonrió tiernamente para contestarme casi en secreto.
- Son mis nalgas –reímos deliberadamente y después de un rato de risas, continuó-, yo creo que Diosito ya me proveyó eso eh, porque realmente que digas, que yo lo quiero provocar, no. Yo creo que eso ya lo vengo trayendo. Creo que es una combinación de todo. El hecho de que tenga un cuerpezote como frondosote, que la voz sea como entre grave y dulce, y bueno... que me divierto mucho allá arriba, también el reír erotiza mucho.

Cantar Limosna y el cine de la Regis
Me encanta escuchar a Regina cantar porque de pronto susurra, y sientes que te habla al oído. Y se lo dije, le hablé de sus susurros y le pedí que me diera el nombre de una canción que le gustaría susurrar completa en un concierto. Guardó silencio un largo rato, sus ojos grandes se expandían más mientras pensaba en su elección. Dijo de pronto “una de Agustín Lara, la de Limosna, -y canta, ¡Regina canta sólo para mí!- dame un poquito de tu amor si quiera, dame un poquito de tu amor mi... –susurra a Lara-.
Luego le hablo de su cine, de Sólo con tu pareja, Profundo carmesí, Mujeres insumisas y otras cintas. Afirma, “no son cómodas las escenas eróticas, a mí me ha tocado con Daniel Jiménez Cacho, que es un bombón, o con Rodrigo Murray y de todas maneras sientes que te están viendo. Necesito tener un preámbulo para poder besarlo a gusto y rico y disfrutarlo. Pero no, no es tan fácil. Y sí necesitas como que una energía especial”.

Movida de la piel por Puccini
Regina Orozco es una destacada cantante de música popular y de ópera. Una dualidad musical que ha sabido combinar de forma excelente. Entre sus cantantes favoritas de música popular están Eugenia León, Lila Downs, Liliana Felipe, Julieta Venegas y Shakira. En cuanto al bell canto, opina que las piezas más eróticas las ha encontrado en Puccini, asegura que el compositor italiano le puede poner toda la piel totalmente erizada. Al escuchar sus obras “acabo totalmente movida de la piel y los sentidos”, comenta emocionada.


Un respiro al sexo
Había una pregunta obligada. Ingenua y obvia pero, obligada. ¿Qué es para ti el erotismo?, le dije. Su ¡ay! y su gesto habrían bastado para responderla pero, agregó atinadamente, como adivinando el final de nuestra entrevista: “es como un descanso de la piel sobre otro, como un respiro al sexo, como oxígeno al sexo. Es algo que te alimenta con una energía intensa y fuerte, la energía sexual”.


Al final, una foto
Su vestuarista bajó en seguida para hacer algunas pruebas con los trajes de su próximo show. Regina me dijo que esperara para darme unos e-mails y se dirigió a probarse la ropa. Permanecí de pié, comentando algunas cosas con su escenógrafo. Hablamos de un gato gordo que se paseaba, por ejemplo; también hablamos de la vida nocturna en el D.F. y de las hermanas vampiro.
Regina volvió después de unos minutos para despedirse, pero antes de eso, nos tomamos una foto que guardo con mucho cariño en mi computadora.

Por Gabriel Brito, teatrista.
britoteatro@gmail.com

Entrevista publicada en el quinto número de El arte vivo (revista bimestral ). Acapulco, Gro., México.