lunes, 24 de septiembre de 2007

Un comité clandestino !!!!



He aquí el fragmento de un texto escrito por Ernesto Hernández. La reflexión bien se aplica al 99 % de las ciudades de la república mexicana. Un saludo a todos.



Habríamos de formar un comité clandestino que tuviera por sagrada misión el dinamitar todas las mesas de lectura, homenajes, encuentros de poetas o eventos por el estilo que se niegan a morir a pesar de su pestilente olor a cadáver descompuesto. Si en algún momento tuvieron su razón de ser y su frescura (. . . pero lo dudo como diría José-José) ya hace buenos siglos que dejaron de funcionar mínima-mente. Luego los creadores andan arrastrando sus cobijas por la falta de públicos. Claro, no estoy diciendo que se debe hacer circo, maroma y teatro para entretener los caprichosos vaivenes de esa entidad llamada público. Lejos de mi esa blasfemia. Pero tampoco creo que la literatura o el arte en general deba continuar con los corsés de la solemnidad, los lugares comunes y la poses mamilas que tanto abundan. Recordemos al buen Nietzsche y esa parte de su biblia Así hablaba Zaratustra en donde el tal Zara anda bajando la montaña para repartir su buena nueva entre los seres humanos. Entonces se encuentra con un anciano ermitaño que le dice que está equivocado por ese deseo de buscar hablarle a los hombres, que a ellos no se les da mucho eso de escuchar y que en resumidas cuentas es absurdo acercarse a ellos. Le explica que precisamente por eso él ha decidido vivir entre los árboles, los trinos de los pájaros y el rumor del agua. En menos de lo que canta un gallo se aburre de este discurso nuestro superman y se aleja diciendo entre dientes: “¡Pobre hombre, aún no se ha enterado que Dios ha muerto!” Dios ha muerto quiere decir: ¡Órale cabrones a quitarse las corbatas y el corsé y esa cara de velorio! Claro, palabras más, palabras menos. Pero somos necios. Seguimos en los círculos viciosos que nos heredaron. ¿Recuerdan a Gabilondo Soler alias Cri-Crí? Sí, ese mismo que hizo rolas tan melodramáticas como La muñeca fea o tan lúdicas como El chivo Ciclista. Hay un disco de los tantos que hizo, llamado Cuentos y canciones de Cri-Crí. Es una verdadera joya. Neta. Fíjense nomás en la parte en donde el grillito cantor habla de la poesía, los poetas y las veladas literarias. En el primer disco (son 5) nos dice: “La gente adulta, las personas ya crecidas son incomprensibles y sus juegos habituales carecen de sentido. [...] Hay otro juego de grandes que se llama Velada literaria musical; lo juegan así: se llena un salón de gente sentada. Una señorita canta algo muy agudo, como si acabara de ver un ratón. Después canta un señor con voz tan baja que recuerda a un toro amarrado. Suele terminar el juego con otro señor más que dice versos pero moviendo tan sólo la cabeza y las manos, si el declamador agregara alguna voltereta a su recitado, parecería más bonito su acto. Al final todos los sentados aplauden pero tampoco sonríen. Cri-Crí no puede comprender tanta seriedad.” Y es que desde muy temprano en la historia de la humanidá se relacionaron las cosas que se consideraban serias o profundas con la solemnidad. Sin embargo tal vez esto tenía su razón de ser. Imagínense suponer que un Dios o Diosa podía lanzar su furia en forma de relámpagos o terremotos. No pues, así a cualquiera le dan ganas de ponerse serio. La seriedad y la solemnidad tenían que ver –entre otras cosas- con el miedo ante las fuerzas imprevistas de una naturaleza demónica y maternal al mismo tiempo. Conforme las manecillas del reloj histórico se van moviendo las cosas parecen cambiar y madame ciencia junto a la diosa razón comienzan a ocupar el espacio de los antiguos dioses. Claro, deidificándose a sí mismas, faltaba más. Entonces, todo aquello que fuera considerado sagrado se vio envuelto en un halo de seriedad. Estreñimiento de las ideas y las pasiones. Actuar almidonado. Por fortuna los cambios siguieron dándose (¡ah, la necedad del movimiento perpetuo!) y es sobre todo a partir de los maravillosos años 60 que los rituales de corbata, pipa y guante empiezan a desmoronarse ante las embestidas de una juventud dispuesta derribar ídolos momificados. Así hasta llegar a nuestro puente y abismo: la posmodernidad. Sin embargo hay tradiciones tan nuestras que se niegan a colgar los tenis. Una de ellas son las que tiene que ver con los mamucos rituales de la cultura artística. Sobre todo si ésta tiene lugar en una ciudad tan conservadora como la que nos toca gozar y padecer.

Ernesto Hernández. Morelia, Michoacán.
http://laberintodecantera.blogspot.com/

domingo, 9 de septiembre de 2007

Ola Nueva en marcha

Seguimos trabajando en la realización de esta actividad donde se darán cita jóvenes dramaturgos de diferentes ciudades de nuestro país.

¡Acapulco los espera!