El
perfeccionamiento lingüístico ha hecho justicia al término incompleto y utópico
de “comunidad cultural”. Ante la búsqueda actual de términos incluyentes o
plurales se llegó al consenso de no hablar más de la “comunidad cultural” sino
de las “comunidades culturales”. Nada tan acertado en la vida pública de la
cultura nacional como esta afortunada conclusión conceptual.
No
existe una “comunidad cultural” sino diversas “comunidades culturales” que
responden a distintos objetivos: artísticos, profesionales, laborales,
ideológicos, políticos y personales.
En
el afán por identificar a las comunidades culturales acapulqueñas y, con el
propósito de entender mejor las formas de interrelación entre las mismas y con
su entorno social y político, dejo aquí un primer ejercicio de bosquejo como
propuesta para la taxonomía de las comunidades culturales acapulqueñas:
1) Los emblemáticos: es una comunidad cultural heterogénea
conformada por personajes con reconocida trayectoria artística y cobertura mediática;
conocidos y vinculados con los sectores políticos y de la iniciativa privada;
acreedores a reconocimientos, becas o apoyos gubernamentales; fundadores de
proyectos, programas o festivales. Aunque no existe una coincidencia total de
pensamiento entre “los emblemáticos” e incluso hay diferencias públicas, cuando
se piensa en “comunidad cultural acapulqueña” el imaginario social los coloca a
ellos entre los personajes más representativos de la ciudad. “Los emblemáticos”
es la comunidad cultural que ha influido en mayor medida en algunos periodos de
gobierno, pues varios de sus miembros han colaborado en la función pública o
muy cerca de las autoridades en turno. Es la comunidad que regularmente convoca a la organización, pues
ha encontrado en ello una forma de participar e incidir en ciertas decisiones
públicas.
P.D.
Quizá, yo me encuentre entre los miembros de esta comunidad. No estoy muy
seguro.
2) Los urbanos: esta comunidad la conforman los
integrantes de las tribus urbanas de Acapulco: b boys, grafiteros, mc´s,
acróbatas, dj´s, entre otros. Quizá la comunidad más libre en su actuar y más
romántica en su estilo de vida, pues aspira a la plenitud a través del placer de hacer lo que
aman sin importar una retribución formal, optando más bien por el gusto de ser
gratificados por su trabajo en el área urbana del puerto y en eventos
especiales a donde son invitados. Se organizan para realizar eventos,
competencias o encuentros donde demuestran sus talentos y expresan su muy
particular punto de vista sobre la sociedad. Muchas veces son patrocinados por
gobiernos o candidatos sin, por ello, sentirse obligados a respaldar tal o cual
propuesta partidista (¡y es bueno!). Hay quienes dentro de esta comunidad
cultural han crecido y adquirido otras obligaciones, combinando así, trabajos
formales con su estilo de vida urbano. No convocan a movimientos políticos,
pero algunos de ellos acuden a ciertas convocatorias y participan siempre y
cuando su libertad no sea restringida.
3) Los folcloristas: es la comunidad cultural conformada
por coreógrafos, bailarines, músicos, danzantes y bailadores de folclore o
expresiones artísticas tradicionales de México. Quizá la comunidad con más
integrantes en la ciudad, pues la promoción del folclore ha encontrado en el
sistema educativo un gran impulsor. Aunque con grandes carencias, se han
esforzado en difundir su trabajo y heredar a las nuevas generaciones su pasión
por la música y bailes tradicionales de nuestro país. Hubo también un periodo,
cuando el puerto tenía un gran número de visitantes internacionales, que los
ballets folclóricos protagonizaron la vida del show nocturno del puerto.
Actualmente, menos requeridos para el show en discotecas o fiestas exclusivas,
han concentrado sus esfuerzos en la difusión de su arte y en la profesionalización
de sus formadores a través de centros de estudios técnicos y de licenciatura,
donde cada año egresan decenas de
jóvenes que tendrán la tarea de dar continuidad al legado del arte tradicional
y folclórico en Guerrero.
Algunos
participan en actividades proselitistas. La mayoría lo hace con toda claridad y definición, a favor de
algún personaje que les ha respaldado o brindado apoyo para participar en
festivales, giras o realizar eventos culturalmente valiosos como los fandangos.
Una honestidad plausible.
4) Los bohemios: es una comunidad cultural entusiasta
en la que participan trovadores, músicos y cantantes populares, así como
declamadores o poetas vernáculos. Colaboran de manera decidida en los eventos
socio-culturales de nuestra ciudad. Siempre muestran la mejor disposición a
participar y apoyar con su talento. Parte de sus miembros se generan ingresos
al brindar servicios artísticos en eventos sociales o restaurantes del puerto;
otros, son profesionales que laboran en distintas áreas y asumen su actividad
artística como la opción que les apasiona pero de la cual no obtienen grandes
ganancias económicas. Sin duda, una comunidad muy cercana a la población que no
va a las salas de teatro o de exposición, pero que sí asiste a centros de recreación
a verlos cantar y, de forma espontanea, recitar poesía en verso. Entre los
ciudadanos son tal vez lo más conocidos, por su sencillez, carisma y
accesibilidad.
5) Los emergentes: es una comunidad cultural integrada
por los artistas más jóvenes de la ciudad. Varios de ellos surgidos de las
filas de lo que se denominó Estudios Municipales de Arte entre el 2013 y 2015,
sin restar mérito a la formación previa o posterior a la que cada uno tuvo y ha
tenido acceso. También se suman artistas jóvenes (menores a los 34 años de
edad) que exploran el arte con viveza y compromiso, surgidos de talleres u otro
tipo de actividad formativa. Organizan muestras, exposiciones, talleres y actividades que los vinculan y les permiten
dar a conocer sus proyectos artísticos. No les es indispensable el apoyo
gubernamental, pues igual cumplen su objetivo con y sin apoyo de autoridades.
Son voces que comunican más a través de su trabajo que de una vida personal
pública. Se han mostrado críticos, disciplinados y propositivos. Representan un
futuro prometedor para las artes en Acapulco.
6) Los emprendedores: es una comunidad cultural integrada
por aquellos que “otros” etiquetan como comerciales. Sin embargo, su decisión
de emprender proyectos que tienen como eje diversas expresiones artísticas o
lúdicas ha comprobado que se pueden ofrecer servicios culturales de calidad con
rentabilidad económica. Apuestan a la inversión y toman el riesgo que ello
implica: pagar una renta y servicios, pagar impuestos, producir sin apoyos de
gobierno y encontrar un público que se interese en su propuesta al punto de
contribuir con una entrada o inscripción. La mayoría ha creado una PyME
cultural, quizás sin la plena conciencia de ello, pero sí con toda la intención
de que funcione como tal. Entre ellos se encuentran los directores y
miembros de: compañías de teatro
comercial, compañías de baile popular, centros culturales independientes, academias
de baile, agrupaciones musicales. Dedican más su tiempo y energía al diseño de
estrategias para la generación de productos o servicios que les permitan ser
autosustentables y generar utilidades para poder continuar con su proyecto.
7) Los académicos: es una comunidad con gran potencial
crítico y metodológico para el análisis de la realidad actual del arte y la cultura
en nuestra ciudad. Integrada por maestros universitarios, periodistas y algunos
investigadores sociales. Sus observaciones, apuntes y opiniones suelen ser
tomados en cuenta por autoridades de gobierno y artistas. Mantienen regularmente
una posición política neutral pero desde un perfil crítico.
Es
seguro que en este primer ejercicio taxonómico haya quienes encuentren fallas u
omisiones. Se irá enriqueciendo con el paso del tiempo y las aportaciones de
quienes se interesen en el tema. Lo cierto es que el término de “comunidades
culturales” toma relevancia si miramos atentamente y sin prejuicios fundados en
el ego o el elitismo histórico.
En
las últimas semanas (y las que restan del proceso electoral), hemos visto y
veremos a varias de nuestras “comunidades culturales” muy activas,
participativas y propositivas en torno a candidatos, movimientos y proyectos políticos
(¡qué bueno!). Y es que todos los sectores sociales frente a un cambio de
gobierno se encuentran ante la posibilidad de estar cerca de un buen resultado
para sus futuros.
Celebro
el buen ánimo y las acciones de participación ciudadana del gremio artístico
para tratar de incidir en un mejor desarrollo cultural de Acapulco. Respeto el
esfuerzo de todos y cada uno (los que ya se reunieron por separado con el
candidato de su predilección o los que han decidido reunirse con todos). Sin
duda, mientras más se participa más se dignifica. Ojalá se participe con la
conciencia de que siempre hay otros, con otras ideas, con otros objetivos y con
otras empatías (tenemos todo el derecho a organizarnos pero hay que hacerlo sin
enjuiciar al que se organiza con otros y sin nosotros). Ojalá se participe sin
tratar de erigirse como una comunidad homogénea y hegemónica. Ojalá que los esfuerzos se encaminen a la
construcción de puentes efectivos de comunicación con todos los candidatos o
equipos de campaña y que no se dirijan únicamente a la consecución de objetivos
personales (que son válidos, pero también requieren ser claros). Ojalá que las
voces sean escuchadas, así se logran entornos de mayor armonía y así se gestan
condiciones más justas de participación. Confío en la capacidad reflexiva de
mis compañeros artistas y aprecio nuestra lucha en favor de la diversidad de
pensamiento, acción y decisión.
La
belleza de la lucha está en su diversidad orgánica.
Gabo
Brito (2018)